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jueves, 8 de noviembre de 2012

Popper, Karl Raimund



Viena, Austria, 28 de julio de 1902. Estudió en la Universidad de Viena, doctorándose en 1928 con una tesis sobre el método en la psicología del pensar. Ese mismo año se lo nombró catedrático en Viena, pero por su condición de judío decidió emigrar de Austria en 1934, fecha de la publicación de Logik der Forschung, obteniendo una invitación para dar conferencias en Inglaterra. En 1936 fue nombrado profesor en Nueva Zelanda, y a partir de 1945 fue profesor de lógica y luego de metodología de las ciencias en Londres, dando desde entonces cursos en Estados Unidos, Austria, Japón y Australia. Recibió el título de Sir en 1965. Fue además miembro de número u honorario de doce Academias. Falleció en Londres el 17 de setiembre de 1994.

Atraído al principio por la actitud racional del círculo de Viena –en razón de lo cual fue erróneamente considerado como "positivista"–, Popper se convierte posteriormente en un crítico del mismo, fundamentalmente a partir de su rechazo del verificacionismo y el inductivismo. Se autodefine como falibilista, racionalista crítico, realista epistemológico y metafísico, agnóstico, evolucionista, demócrata liberal, dualista (e incluso pluralista) e interaccionista en el tema de la relación cuerpo-mente; humanista (por su confianza en la racionalidad humana) y –podríamos agregar– decisionista a nivel ético. Si bien inicia su actividad intelectual en el ámbito de la epistemología, posteriormente aplica sus tesis en este campo a la política, la ética y la praxis en general. Se han señalado diversas fases en su evolución intelectual, pero como Popper mismo rechazó estas caracterizaciones, se indicarán las ideas fundamentales que aparecen a lo largo de toda su producción.
   No son pocas las ocasiones en que Popper afirma en sus obras: "soy un racionalista". Pareciera que lo que mejor explica esta afirmación se encuentra en su traducción a "soy un crítico". Pero la generalidad de los términos obliga a una precisión y Popper indica tres usos del término "racionalismo". En un sentido muy amplio, hace referencia a una unión de actividad intelectual, observación y experimentación, a diferencia del uso habitual de "racionalismo" en oposición a "empirismo". En segundo lugar, racionalismo señala la actitud o el intento de resolver problemas apelando a la razón y la experiencia, más que a las emociones y pasiones. En un sentido más propio, "racionalismo" es un término que hace referencia a una actitud práctica: la crítica aplicada a uno mismo y a los demás, y el deseo de aprender a partir de las críticas de los otros. "Racionalista" es quien cree que puede solucionar conflictos con los demás en diferentes asuntos mediante el uso de la argumentación y la observación. En este sentido, el término "racionalista" elude toda inclusión solipsista en la propia conciencia, en la medida en que necesita la argumentación como medio o ámbito de desarrollo, y en este aspecto es fundamental la comunicación con los otros.
   La interpersonalidad es un componente esencial del concepto de razón, por ello el "verdadero racionalismo" se encuentra ejemplificado, para Popper, en la actitud de Sócrates, consciente de las limitaciones propias de la razón, mientras que los seudorracionalistas son los que, como Platón, consideran que la propia razón (superior a la del resto de los hombres) resolverá todos los problemas. En este sentido, seudorracionalismo y autoritarismo están estrechamente unidos.
   El racionalismo crítico se halla guiado por la idea del falibilismo consecuente. Como señala Popper en su Autobiografía, uno de los primeros problemas que le interesó estudiar fue el de la demarcación entre teorías científicas (por ejemplo, la de Einstein) y teorías seudocientíficas (verbigracia, las de Freud, Marx y Adler). Este interés lo condujo al pensamiento de que tienen más valor las refutaciones que las verificaciones de una teoría, en la medida en que las refutaciones intentadas que no tienen éxito pueden considerarse verificaciones. El criterio de demarcación entre una teoría científica y otra que no lo es consiste en la "falsabilidad" o refutabilidad, que indica que para que un sistema de enunciados sea considerado científico es necesario que pueda entrar en conflicto con observaciones posibles. Por esta razón, la ciencia debe trabajar con conjeturas, hipótesis, aplicando el método de ensayo y error del que hacen uso tanto Einstein como la ameba. Pero mientras que a la ameba le molesta equivocarse, para un Einstein esto representa un impulso para la búsqueda de errores, a fin de suprimirlos y aprender de ellos. Gran parte del proceso de aprendizaje consiste para Popper en la formación de hipótesis o expectativas, que se van depurando por el método de ensayo y error: luego de un ensayo juzgamos si nuestra teoría es eficaz para resolver el problema planteado. Este método de ensayo (fase dogmática del aprendizaje) y error (fase crítica) es el utilizado por todos los organismos para la supervivencia.
   La ciencia se desarrolla de este modo por revolución y reemplazo continuo de teorías científicas. Frente al verificacionismo, que afirma que son indignos de ser creídos los enunciados que no hallan razón positiva que los apoye, el falibilismo considera que lo que no puede, en principio, ser derribado por la crítica no es digno de ser considerado. En este sentido, existe una asimetría lógica entre el verificacionismo y el "falsacionismo": las generalizaciones empíricas ("todos los cisnes son blancos") no son verificables pero sí "falsables".
   Para Popper, una teoría –sea científica, filosófica, etc.– merece el calificativo de "racional" cuando intenta resolver problemas, pero una teoría científica se distingue de una metafísica en la medida en que la última es irrefutable por definición. Teorías como el marxismo o el psicoanálisis no son científicas, pero poseen un atractivo psicológico para los hombres: lo explican todo. El ideal de Popper es más modesto, y en este sentido se considera un representante del escepticismo en su acepción etimológica (como examen, búsqueda, comprobación, etc.), escepticismo que concede una importancia fundamental a la ignorancia y al carácter conjetural del conocimiento que, si bien progresa hacia lo mejor, nunca puede alcanzar la certeza. La verdad como correspondencia de un enunciado con los hechos (Tarski) es una idea regulativa.
Estos principios del falibilismo consecuente aplicados a la ciencia tienen para Popper consecuencias éticas, o bien son en sí mismos éticos, ya que al ser principios de discusión racional y servir a la búsqueda de la verdad, permiten la tolerancia y el reconocimiento de que el otro pueda tener razón. En la base de la ciencia natural existen principios éticos: la idea de la verdad como principio regulativo, la búsqueda de la verdad, la idea de honradez intelectual y falibilidad. Todos estos principios conducen a la autocrítica y a la tolerancia. Popper diferencia el pluralismo crítico a que esta postura da lugar, del relativismo, generado por una tolerancia laxa que acaba por llevar al dominio de la fuerza, mientras que la tolerancia en el sentido popperiano permite la convivencia pacífica. El pluralismo crítico se interesa por la aproximación a la verdad, interés ausente en el relativismo.
Desde el punto de vista gnoseológico y metafísico, Popper se define como un realista crítico, lo cual significa reconocer que lo que se busca mediante el conocimiento es comprender una realidad independiente del sujeto cognosciente. Elabora entonces su teoría de los tres mundos: 1) el mundo de los objetos físicos, 2) el mundo de los estados mentales y 3) el mundo de los contenidos del pensamiento objetivo, de la ciencia y del arte. Este tercer mundo está constituido por los sistemas teóricos, las situaciones problemáticas, los argumentos críticos, el contenido de los libros, etc. Mientras el segundo mundo corresponde a la noción de conocimiento en sentido subjetivo, el tercero se refiere a la noción de conocimiento en sentido objetivo, y es un producto del hombre con autonomía. Los valores se localizan en este mundo junto a los problemas y tradiciones, y por ello, sometidos a crítica. Esta actitud racionalista aplicable a todos los ámbitos se basa, para Popper, en una fe irracional en la razón. La decisión por la razón es irracional porque no se encuentra determinada por argumentos. Se pueden indicar, en cambio, las consecuencias morales a que apunta: tolerancia y libertad.
La aplicación del racionalismo crítico al ámbito práctico se realiza en obras como La sociedad abierta y sus enemigos y La miseria del historicismo. Es deber de la praxis social evitar el sufrimiento, pero no hacer felices a los hombres (buscar esto conduce a formas de autoritarismo, ya que el que lo intenta debe imponer a los demás sus propias valoraciones). A nivel político no se debe buscar la creación del "reino del amor", sino sólo instituciones controladas por la razón. Para Popper, los problemas del mundo actual no son fruto de la perversidad humana, sino consecuencia del deseo de mejorar el mundo: amor mal dirigido. Ahora bien, si la elección por la racionalidad es injustificable, también ha de serlo la elección por la irracionalidad. ¿Por qué elegir la racionalidad como forma de vida? Siguiendo el método del racionalismo crítico: por el análisis de las consecuencias. El irracionalista es dogmático a la fuerza, ya que desdeña el uso de la razón y la crítica, de modo que el racionalismo crítico se convierte en la única actitud que permite el desarrollo de la sociedad abierta, que posibilita el libre ejercicio de las facultades humanas, mientras el irracionalismo o el seudoirracionalismo a la manera platónica fomentan la constitución de sociedades cerradas, en las que un grupo de elegidos puede dictaminar qué es lo bueno para los demás.
Si bien nuestra sociedad no es la mejor posible, es la mejor que ha existido en la historia humana. Esta imagen optimista popperiana se relaciona con su creencia de que las democracias representativas están en condiciones de defender a los miembros más débiles frente a los más fuertes. Las ideas del falibilismo hallan su aplicación política directa en el tema de la ingeniería social práctica, que permitiría la racionalización y planificación de la sociedad con el objeto de favorecer la libertad de los individuos. En el otro extremo del historicismo, que considera que es imposible alterar el curso de la historia, se halla la ingeniería utópica que afirma que sólo a partir de la determinación del Estado ideal es posible trazar planes concretos. La ingeniería social gradual sustentada por Popper se encuentra equidistante de ambos extremos, no plantea fines últimos para la sociedad, sino que se atiene a un plan más modesto: combatir los males. La sociedad abierta, inspirada en la atmósfera libre que vivió en la Inglaterra de los años 1935-1936 frente al avance del totalitarismo en su país, implica la libertad de opinión y la existencia de oposición.
El tema de la defensa de la libertad ha llevado a Popper a criticar tanto las formas metafísicas como las científicas del determinismo y a definirse a sí mismo como "indeterminista". Su teoría de las propensiones como interpretación de la probabilidad (abandonada la interpretación frecuencias adoptada en su primera obra) le permite sostener la existencia de indeterminaciones objetivas.



Bibliografía:        

Logik der Forschung, 1935. Versión inglesa: Logic of  Scientific Discovery, 1945 (trad. esp., La Lógica de la investigación científica, 1962); ed. inglesa revisada, 1968. 
The Open Society and its Enemies, 1945 (trad. esp., La sociedad abierta y sus enemigos, 1957, reimp.); 5ª. ed. revisada, 1974. 
The Poverty of Historicism, 1957 (trad. esp., La miseria del historicismo, 1961). 
On the Sources of Knowledge and of Ignorance, 1961. 
Conjectures and Refutations: The Growth of Scientific Knowledge, 1962 (trad. esp., Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del conocimiento científico, 1979; 2ª. ed. corregida, 1983).
Objective Knowledge: An Evolutionary Approach, 1972, con otros (trad. esp., Conocimiento objetivo, 1974).
Unended Quest: An Intellectual Autobiography, 1976 (trad. esp., Búsqueda sin término. Una autobiografía intelectual, 1977). 
The Self and its Brain, 1977, con John Eccles (trad. esp., El Yo y su cerebro, 1980).
Die beiden Grundprobleme der Erkenntnistheorie. Aufgrund von Manuskripten aus den Jahren 1930-1933, 1979. 
The Open Universe. An Argument for Indeterminism, 1982 (trad. esp., El universo abierto, 1984). 
Quantum Theory and the Schism in Physics, 1982 (trad. esp., Teoría cuántica y el cisma en Física, 1985). 
Realism and the Aim of Science, 1983 (trad. esp., Realismo y el objetivo de la ciencia, 1985).  Die Zukunft ist offen. Das Altenberger Gespräch, 1984, con Konrad Lorenz (trad. esp., El porvenir está abierto, 1992). 
Sociedad abierta, Universo abierto, 1984 (conversación con Franz Kreuzer). 
A World of Propensities, 1990, (trad. esp., Un mundo de propensiones, 1992). 
In Search of a Better World. Lectures and Essays of Thirty Years, 1992 (trad. esp., En busca de un mundo mejor, 1994).
Knowledge and the Body-Mind Problem. In Defense of Interaction, 1994.
Myth of the Framework. In Defense of Science and Rationality, 1994. 
La responsabilidad de vivir, 1995.

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