Aunque quizá siguió siendo un "filósofo de la
conciencia" en Francia, Maurice Merleau-Ponty se fue separando
gradualmente de la fenomenología de Jean-Paul Sartre y, tal vez, de la de
Husserl. En concreto, Merleau-Ponty incluyó a Saussure en sus reflexiones y
enseñanzas sobre el lenguaje a finales de los años 40 y principios de los 50.
Durante esa década conoció también la influencia de Saussure en la obra de
Lévi-Strauss y formó una estrecha alianza con éste, que terminó siendo colega
de él en el Collège de France.
Merleau-Ponty nació en Rochefort-sur-Mer, el 14 de marzo de 1908. Su padre, como el de Roland Barthes, murió en la Primera Guerra
Mundial. Estudió en los Lycées Janson-de-Sailly y
Louis-le-Grand y, en 1930, completó su agrégation
de filosofía en la École Normale Supérieure (rue d'Ulm). Como muchos intelectuales de su generación, Merleau-Ponty
asistió a las conferencias de Kojève sobre Hegel. También estuvo asociado,
durante breve tiempo, a la publicación católica Esprit. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Merleau-Ponty sirvió en
la infantería y fue torturado por los alemanes. Durante la ocupación se unió,
dentro de la Resistencia ,
al grupo independiente de triste destino "Socialismo y Libertad", con
el que también se relacionó Jean-Paul Sartre. En 1945 se publicó la gran obra
de Merleau-Ponty, Fenomenología de la
percepción. En 1949 obtuvo la
cátedra de psicología infantil de la
Sorbona y, en 1952, se convirtió en el candidato más joven
jamás elegido para ocupar la cátedra de filosofía en el Collège de France,
puesto que mantuvo hasta su muerte repentina en París el 5 de mayo de 1961.
Entre 1945 y 1952, Merleau-Ponty
fue amigo cercano y estrecho colaborador de Jean-Paul Sartre, y uno de los
directores fundadores de Les Temps Modernes. 1952 fue el año de su desilusión ante la guerra de Corea y la
posición política de Sartre, y dimitió de la junta editorial de lo que pasó a
ser la publicación sartriana. Sus diferencias fundamentales con aquél están
contenidas en el libro de Merleau-Ponty Les
Adventures de la dialectique (Las
aventuras de la dialéctica), publicado en 1955. En él, el antiguo compañero de
armas de Sartre desarrolla un análisis exhaustivo de la relación de éste con el
comunismo, al mismo tiempo que pone en tela de juicio la prioridad dada a la
relación sujeto-objeto en la versión sartriana de la fenomenología. Como
explica Vincent Descombes, sin un "intramundo", la dicotomía entre
sujeto y objeto conduce al solipsismo: "Si la dicotomía sujeto-objeto
fuera cierta, todo el significado derivaría de los hombres y todo el
significado para mí mismo derivaría
de mí mismo" (1).
A partir de 1952, Merleau-Ponty empezó a desarrollar una
concepción de la actividad política liberada del ingenuo coqueteo de Sartre con
el comunismo duro. Pero más significativo es el hecho de que Merleau-Ponty
empezó a esbozar una trayectoria filosófica que confirmaba la importancia de la
experiencia vivida a la hora de captar la naturaleza del lenguaje, la
percepción y el cuerpo. El esbozo de los principales aspectos del vínculo entre
percepción y pensamiento, planteados en la Fenomenología de la percepción, ayudará a entender de
qué hablamos.
En el Prefacio a dicha obra, Merleau-Ponty confirma la
influencia de Husserl en su filosofía. Como él, Merleau-Ponty subraya la
importancia de la reducción fenomenológica, o epoché (abstención; también llamada paréntesis, o
"desconexión"), introducida con el fin de abrir el acceso a las
"esencias". Y éstas no deben captarse como las esencias
trascendentales que se dan en las disciplinas científicas existentes, o en el
conocimiento abstracto general que puede tener un individuo sobre el mundo (por
ejemplo, el relativo al espacio y el tiempo). La epoché fenomenológica permite el acceso a las esencias inherentes a
la conciencia de la "experiencia vivida". La epoché es una desconexión del mundo natural dado en toda su
objetividad. Husserl se apresura a explicar que dicha desconexión no es, en
absoluto, una negación del mundo natural. Lo acepta, junto con todo el
conocimiento ofrecido por las ciencias que estudian sus diversos aspectos. Sin
embargo, la conciencia de la experiencia vivida –la conciencia que es siempre de algo– es fundamentalmente distinta de
la aceptación del carácter reconocido del mundo, o conocimiento científico.
Como dice Husserl:
fijamos nuestros ojos con firmeza en la esfera de la
conciencia y estudiamos lo que vemos en
ella de inmanente... La conciencia
posee un ser propio que, en su
carácter absolutamente único, no se ve afectado por la desconexión fenomenológica (2).
De este modo, el estudio de la esencia de las cosas en la
conciencia abre el campo de la "ciencia de la fenomenología" (3).
El punto de partida de Merleau-Ponty es la epoché de Husserl. Pero, para él, el
objetivo no es permanecer ligado a la estructura de la filosofía de la duda en
Descartes, como tiende a hacer Husserl cuando ofrece una explicación de la
fenomenología, sino acudir al centro de la experiencia encarnada, que es en lo
que consiste la percepción. Merleau-Ponty se enfrenta directamente al carácter
abstracto y vacío del cogito cartesiano
–"pienso, luego existo"– y demuestra que "ser un cuerpo es estar
unido a un mundo determinado"; y añade: "nuestro cuerpo no está, ante
todo, en el espacio: es del
espacio" (4). En efecto, nuestro cuerpo está siempre ya en el mundo; por
consiguiente, no hay un cuerpo en sí mismo, un cuerpo que pueda cosificarse y
tener categoría universal. La percepción es siempre una percepción encarnada,
sólo es lo que es en un contexto o situación determinados. La percepción no
existe aislada.
En la explicación que da de su trayectoria filosófica (5),
Merleau-Ponty confirma la prioridad de la experiencia vivida cuando afirma que
"la mente que percibe es una mente encarnada" (6). Además, la
percepción no es sólo resultado del impacto del mundo exterior sobre el cuerpo;
porque, aunque el cuerpo esté diferenciado del mundo en el que vive, no está
separado de él. En realidad, el hecho de que el organismo que percibe y su
entorno estén imbricados constituye la base de la percepción. Ello quiere decir
que no existe la percepción en general, una idea que la convertiría en un
abstracto universal; la percepción existe sólo tal como se vive en el mundo. Es
precisamente el carácter "vivido" de la percepción y el cuerpo lo que
hace que la investigación fenomenológica sea viable y necesaria. Como
consecuencia del carácter encarnado de la percepción, el sujeto que percibe
está siempre cambiando, sufriendo un proceso de renovación. Por su parte, la
conciencia no se relaciona con el mundo del mismo modo que un pensador con una
serie de objetos. No existe un sujeto general, que sea completamente autónomo y
separado de sus objetos, como aseguraba Descartes. Por el contrario, la
conciencia es perceptiva; por tanto, la certidumbre de las ideas se basa en la
certidumbre de la percepción. Y la investigación fenomenológica tiene aún que
confirmar dicha certidumbre; para el fenomenólogo no existen certezas ideales y
universales en el plano de las ideas. Es decir, la fenomenología de
Merleau-Ponty se opone, por encima de todo, al cogito de Descartes. "Percibo" no equivale a
"pienso", y no puede hacerse universal. El hecho de que el sujeto que
percibe sea una encarnación abre paso a una definición fenomenológica del
Presente Vivo. En esta definición –es decir, en la epoché fenomenológica–, la cosa percibida equivale a lo que se dice
de ella. Merleau-Ponty continúa:
La cosa percibido no es una unidad ideal que pertenece
al intelecto, como una noción geométrica, por ejemplo; es una totalidad abierta
a un horizonte de un número infinito de perspectivas mezcladas entre sí con
arreglo a un estilo determinado, que define el objeto en cuestión (7).
Dado el carácter encarnado de la percepción, ¿cuál es la
verdadera raison d'être de la
definición fenomenológica y la reflexión? La respuesta de Merleau-Ponty es que
la percepción, abandonada a sí sola, "se olvida de sí misma e ignora sus
propios logros" (8). Pero no se trata, como parece creer Merleau-Ponty, de
que corramos peligro de volver a un momento no reflejado, anterior a la
filosofía, sino de que se ha hecho una distinción muy clara entre la percepción
de un sujeto encarnado que percibe y la filosofía de la percepción, como si,
después de todo, estuviéramos obligados a aceptar, al menos, alguna versión del
"pienso" universal precisamente cuando la prioridad dada al
"percibo" parecía asestarle un golpe mortal.Éste sería, quizá, el
problema normalmente insoluble al que se enfrentaría una filosofía de la
conciencia que pretende mantener el sentido de su propia presencia (contenido
en el "pienso") y proponer, al mismo tiempo, una definición del nivel
heterogéneo del sujeto encarnado. En este contexto fenomenológico,
Merleau-Ponty ha presentado una escisión fundamental entre la conciencia y la
"experiencia vivida", escisión que debe permanecer reprimida.
No obstante, si la historia se acabara aquí, es indudable que
el filósofo de la percepción habría dejado de ser interesante hace mucho tiempo
para una generación educada en las aporías de las filosofías de la conciencia,
del mismo modo que los maestros de Merleau-Ponty (como Brunschvicg) han dejado
de serlo. El lenguaje y el intento de Merleau-Ponty de convertirlo en centro de
sus intereses filosóficos posteriores, bajo los auspicios de una lectura de
Saussure, inspiraron el primer estructuralismo. Por ejemplo, Algirdas-Julien
Greimas fue uno de los asistentes a la lección inaugural de Merleau-Ponty en el
Collège de France de 1952 y salió con la sensación de que era Saussure, y no
Marx, quien poseía la clave de una verdadera filosofía de la historia (9).
Aunque se dice frecuentemente que
Merleau-Ponty adoptó, de la teoría del lenguaje de Saussure, lo que necesitaba
para confirmar su fenomenología, es necesario mencionar que además destacó dos
principios saussurianos que se convertirían en el centro de las teorías
estructuralistas del lenguaje y la semiótica: que el significado en el lenguaje
surge a través de una relación diacrítica entre signos, y que el estudio
diacrónico del lenguaje no puede explicar la naturaleza del uso corriente. Así,
en su obra inacabada La prosa del mundo,
Merleau-Ponty escribe que "Saussure muestra de forma admirable que... no
puede ser la historia del mundo o el lenguaje lo que determine su significado
actual" (10). Lo que halla el fenomenólogo en la lingüística estructural
es una teoría que parece subrayar la relación que vive el sujeto con el mundo.
Una vez más, Merleau-Ponty escribe que el concepto, en Saussure, de la
prioridad de la dimensión sincrónica del lenguaje, para entender la naturaleza
de este último, "libera a la historia del historicismo y permite una nueva
concepción de la razón" (11). Concebir el lenguaje desde el punto de vista
sincrónico, afirma Merleau-Ponty, es considerar que se trata de algo concreto,
no una entidad universal y abstracta, sujeta a una evolución gradual con el
tiempo. Aquí, el lenguaje es esencialmente el "presente vivo" en el
habla. Hablar, comunicar –usar el lenguaje–, equivale en parte a adquirir
conciencia de que sólo existen presentes vivos sucesivos. Cualquier discurso
sobre el lenguaje debe lograr abarcarse a sí mismo como puesta en práctica del
lenguaje. Por tanto, una lingüística digna de tal nombre reconoce que el
lenguaje sólo puede entenderse desde dentro. En otras palabras, el lenguaje no
puede reducirse a una historia de la lingüística, del mismo modo que la
historia no puede reducirse al discurso histórico.
Sin embargo, al dejar de lado la teoría de la langue de Saussure (el lenguaje como
sistema), que explica cómo se pone en
práctica el habla, en favor de la parole (ésa
puesta en práctica), Merleau-Ponty no logra demostrar que el lenguaje tiene una
doble articulación: el nivel del significante es relativamente independiente
del nivel del contenido. Y, si él, con su énfasis en el "presente
vivo", se había centrado en el contenido (la puesta en práctica del
significado), los lingüistas del estructuralismo se iban a oponer, casi desde
el momento de su muerte en 1961,
a la importancia dada por el fenomenólogo a la
transparencia concreta del contenido (12), sólo para quedar confundido por la
opacidad del lenguaje como sistema de significantes.
Además, al centrarse casi exclusivamente en el plano de la parole como concreción del lenguaje, el
fenomenólogo se muestra incapaz de dar una explicación satisfactoria de cómo se
puede pasar del "hablo" individual al hecho de que hable otro. La
afirmación habitual (sartriana) de que el "hablo" implica el
reconocimiento de que "hablamos" no muestra cómo, en esta
interpretación, el "yo" no se limita a verse elevado a la categoría
del "nosotros", un "nosotros" que el proceso hace
homogéneo. Este problema no es más que
la punta del iceberg. A la fenomenología (incluido Merleau-Ponty) le ha
resultado notablemente dificil abordar el problema general del otro, del que la
cuestión del "yo hablo" es un ejemplo. Después de rechazar cualquier
teoría del inconsciente, la fenomenología trata cada caso subjetivo (aunque
esté expresado) como una unidad presente en sí misma. Después, en una
pluralización imaginaria, eleva ese caso a la categoría de "nosotros".
Este "nosotros" se convierte en una unidad: la unidad del colectivo.
De ese modo, el fenomenólogo se deshace de la existencia del otro y la
heterogeneidad con un movimiento de su mano homogeneizadora. Pero tal vez haya
que atribuir a Merleau-Ponty el mérito de que, gracias a su audacia creadora,
se hace visible en su trabajo el límite de la fenomenología.
NOTAS
1. Vincent Descombes, Modern
French Philosophy, trad. de L. Scott-Fox y J. M. Harding, Cambridge , Cambridge University Press, 1980,
pág. 72.
2. Edmund Husserl, Ideas. A
General Introduction to Pure Phenomenology, trad. de W. R. Boyce-Gibson, Nueva York, Collier Books, 1962, pág.
102. La cursiva es de Husserl. (Trad.
esp.: Ideas relativas a fenomenología pura y filosofía
fenomenológica, Madrid, FCE, 1993.)
3. Ibíd.
4. Maurice Merleau-Ponty, Phenomenology
of perception, trad, de Colin
Smith, Londres, Routledge, reimpr. 1992, pág.
148. La cursiva es de Merleau-Ponty.
5. Maurice Merleau-Ponty, "An unpublished text by Maurice
Merleau-Ponty: A prospectus of his work", trad. de Aleen B. Dallery en
James M. Edie (ed.), The Primacy of
perception, Evanston , Northwestern University Press,
1964. 8ª. impr. de bolsillo, 1989. págs.
3-11.
6. Ibíd., pág. 3.
7. Maurice Merleau-Ponty, "The primacy of perception and its
philosophical consequences", trad. de James M. Edie en ibíd., pág. 16.
8. Ibíd., pág. 19.
9. Véase François Dosse, Histoire
du structuralisme I. Le champ du
signe, 1945-1966, París, Éditions la découverte, 1991,
págs. 62-63.
10. Maurice Merleau-Ponty, The
Prose of tbe World, trad. de John
O'Neill, Londres, Heinemann, 1974, pág. 22.
11. Ibíd., pág. 23.
12. Por ejemplo, Merleau-Ponty escribe: "La voz de un amigo
por teléfono nos trae al propio amigo, como si estuviera presente en su forma
de llamar y decimos adiós" ("Indirect language and the voices of
silence", en Signs, trad. de
Richard C. McCleary, Evanston, Northwestem University Press, 1964, 8ª. impr.,
1987, pág. 43).
PRINCIPALES OBRAS DE
MERLEAU-PONTY
Fenomenología de la percepción (1945), Barcelona, Planeta-Agostini, 1993.
Humanisme et
terreur: Essai sur le problème comuniste, París, Gallimard, 1947.
Sentido y sinsentido (1948), Barcelona,
Ed. 62, 1977.
Consciousness and
tbe Acquisition of Language (curso de la Sorbona ,
1945/50), Evanston ,
Northwest Universiry Press, 1973.
Eloge de la
philosophie, París, Gallimard, 1953.
Posibilidad de la
filosofía (1953), Madrid, Narcea, 1979.
Les Adventures de la
dialectique, París, Gallimard, 1960.
Signes, París, Gallimard,
1960.
Le visible et
l'invisible, París, Gallimard, 1964.
El ojo y el
espíritu (1964), Barcelona, Paidós,
1986.
La prosa del mundo (1967), Madrid,
Taurus,1971.
OTRAS LECTURAS
BAUM, Mary Rose: Body in
Interpersonal Relations: Merleau-Ponty, Lanham, University Press of America , 1965. Reimpr.,
1984.
BASCH, Thomas W., y GANAGHER, Sharon
(eds.): Merleau-Ponty, Hermeneutics and Post-modernism, Albany ,
State University
of New York , 1992.
BURKE, Patrick y VAN DER VEKEN, Jan: Merleau-Ponty in Contemporary
Perspective, Boston , Kluwer Academic Books, 1993. Colección de ponencias presentadas en un simposio
internacional sobre Merleau-Ponty celebrado en 1991.
DESCOMBES, Vincent: Modern
French Philosophy, trad. de L.
Scott-Fox y J. M. Harding, Cambridge ,
Cambridge University Press, 1980.
JOHNSON, Galen A. y SMITH, Michael B. (eds.): Ontology and Alterity in Merleau-Ponty, Evanston , Illinois ,
Northwestern University Press, 1990.
LANGER, Monika M.: Merleau-Ponty's
Phenomenology of perception: A Guide and
Commentary, Basingstoke , Macmillan, 1989.
SCHMIDT, James: Maurice
Merleau-Ponty: Between Phenomenology and Structuralism, Basingstoke ,
Macmillan, 1985.
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